Urgencias ambientales del Uruguay

Eutrofización de las aguas.

Exposición del ingeniero agrónomo Daniel Panario, profesor Grado 5 de la Facultad de Ciencias, director del Instituto de Ecología y Ciencias Ambientales y Coordinador de la Maestría en Ciencias Ambientales, en el II Foro sobre Contaminantes Químicos Ambientales y Participación Social, el 3 de noviembre de 2005, en el Salón Azul de la Intendencia Municipal de Montevideo.

Profesor Daniel Panario.

Hace unos años, con la seguridad del ignorante, habría dicho que las urgencias ambientales en el Uruguay son tal y cual, pero la experiencia nos ha demostrado que el problema más importante es el que todavía no hemos investigado. La problemática ambiental en el Uruguay es una Caja de Pandora.

Las causas de que esto sea así están en la absoluta falta de investigación desde el Estado de esta problemática y de una estrategia de «barrer debajo de la alfombra». Recuérdese que los organismos de investigación del Estado fueron declarados por un decreto que no eran de interés y, por lo tanto, más o menos desmantelados. Por supuesto, la Universidad sí tiene como una de sus obligaciones investigar y lo hace, pero la resolución de estos problemas en sus justos términos hace necesario el trabajo de largo aliento de otro tipo de organismos oficiales que se hagan cargo de las investigaciones pertinentes. Esto es una parte del problema.

He optado por hablar de algunos temas, no porque sean los más importantes o no. Si fuéramos a jerarquizar los problemas ambientales por su importancia deberíamos empezar por referirnos a problemas como la indigencia, la pobreza, a los cuales se asocian después todas las vulnerabilidades a los problemas ambientales.

La preocupación por no generar una alarma pública

He elegido darle prioridad a algunos temas porque no están todavía en la luz pública, no forman parte del debate. Los organismos del gobierno han logrado mantenerlos ocultos, es lo que me anima a hablar de ellos. Creo que los problemas ambientales comienzan a resolverse cuando adquieren luz pública. La estrategia oficial ha sido tradicionalmente que no la tengan.

Integré en su momento la comisión relacionada con la problemática del plomo y la preocupación de las autoridades, tanto sea de los organismos públicos, como el Ministerio de Salud Pública, OSE, Ancap y la Presidencia de la República, era no declarar el hecho una emergencia nacional. Por una razón, para «evitar la alarma pública». Es decir, la estrategia oficial era evitar la alarma pública. Usted se puede morir, pero sin alarma. Lo importante es que no se sepan las causas y qué lo está matando. Esta es una de las tantas herencias malditas de la dictadura que perviven en nuestra comunidad, que han quedado en la mentalidad de los funcionarios públicos. Parte puede provenir de esta herencia, pero también me parece que atrás de eso hay una cierta «cola de paja».

El problema de lo que se ha dado en llamar «plombemia» es terrible. Le cambiaron el nombre a la enfermedad. Se trata de saturnismo, pero esto suena sórdido. Entonces se le llamó plombemia a la enfermedad, que es más o menos como si al cáncer de útero le llamáramos «papanicolau». Es claro, suena mejor y no genera tanta alarma pública como decir que, a lo mejor, 30% de la población uruguaya está enferma de saturnismo. Los resultados de los primeros estudios de plombemia de la Facultad de Química estaban en 1987 y salieron en la prensa. Quiere decir que los funcionarios encargados del contralor estaban contestes en que debían controlar. Cuando surge el problema, empiezan a pensar: “¡Caramba, yo no hice nada! ¡Capaz que me cuesta el cargo! ¡El jefe me va a matar!” Por eso, bajarle el perfil al problema es el objetivo de los funcionarios públicos que tienen relación con la temática ambiental.

Por otra parte, hay un decreto de la época de la dictadura, que todavía existe, que dice que un funcionario público, sin el consentimiento del jerarca, no puede expresarse libremente sobre los temas de su área. Entonces, casi se puede justificar que no digan nada. Y además, en la mente de muchos gobernantes está la preocupación de preservar el circuito económico, el clima de negocios, como se dice ahora, y no la salud de la gente. Por eso me voy a referir a un tema que todavía está oculto. Vamos a ver si generamos un poco de alarma pública.

Expediente para un agente criminal: la microcystina

Se trata de algo tan inocuo como el fósforo, un nutriente. Es necesario el fósforo para tener los huesos fuertes, la mente activa, todo eso es cierto. Pero qué pasa en el Uruguay con el fósforo en el agua. Lo que está pasando es que la mayor parte de nuestras vías de drenaje están saturadas, con niveles de fósforo por encima de lo que indica un nivel de eutrofización, o sea, contaminación severa. En los años 70 estábamos trabajando en Salto Grande y tuvimos la oportunidad de ver la primera floración de algas con que tuvo contacto la ciencia. Apareció una cantidad de cosas verdes flotando, que venían de arriba. Llamamos en aquel momento a la Facultad de Humanidades, no supieron establecer de qué se trataba pero nos dijeron: son algas tóxicas y, por lo tanto, tengan cuidado con el agua, no la tomen, etc.

Hace unos tres años, ante la constatación de que la gente que vivía en Rincón del Bonete tenía un nivel de cáncer un poco elevado, la UTE le solicitó a la Facultad de Ciencias una investigación. Ellos tomaban agua del embalse, provista por la propia UTE y no por OSE. Se determinó que el problema era un alga tóxica existente en el embalse que se llama microcystis.

La microcystis es un alga que produce una toxina llamada microcystina, que es carcinógena, teratogénica, bioacumulativa, hepatóxica, etc., podemos darle todos los títulos de un arma mortal. Ocurre que esta alga, cuando se muere, libera esa toxina, que va disuelta en el agua y pasa casi todos los filtros que se le puedan poner cuando se filtra el agua potable.

Se informó de la existencia de este elemento, no sólo a la UTE sino también a las intendencias que tenían que ver con la zona. La UTE se enojó muchísimo de que hubiéramos hecho público el resultado. O sea, investigar, sí, pero profesionalmente, nada de hacer públicos los resultados. No sea cosa que genere alarma pública…

Ustedes lo han visto en Montevideo, yo lo he visto en el Puerto del Buceo, el agua llega a tener un color verde que parece pintura. Eso es la microcystis. La he visto en grandes cantidades, a cinco kilómetros de la costa, a la altura de La Tuna. En realidad, la gente no se debería bañar cuando hay esas concentraciones.

Uruguay está sufriendo una epidemia de cáncer

Pero recuerdo a un Intendente de Colonia que, cuando aparecieron estas floraciones, al estilo Fujimori (que comió pescado cuando la epidemia del cólera en Perú), se fue a bañar a la playa para mostrar que no había ningún problema. ¡No fuera a fracasar la temporada turística, que es lo que importa! No importa que la gente se intoxique.

El problema no es que se genere una epidemia pasajera de alergias o eventualmente, unas intoxicaciones que no matan a nadie. En los hechos, los oncólogos en el día de hoy están reconociendo que en el presente el Uruguay está sufriendo una epidemia de cáncer. Pero esto tampoco se dice, ¿verdad? Esto no se dice, pero es así.

En los hechos, los tejidos blandos que son afectados por este tipo de toxinas son parte de esos casos explosivos en cuanto a incidencia de cáncer. Claro, establecer la relación causal es muy difícil. ¿Cómo separar que yo soy fumador y me enfermé por otra cosa? Los médicos saben que es muy difícil establecer la relación causal en este tipo de cosas, que lleva muchos años  e ingentes recursos. Establecer la relación causal entre el cigarro y el cáncer, aunque se conocía, llevó muchísimos años demostrarla. Y por instituciones muy poderosas. De ahí que va a demorar muchísimo tiempo establecer que acá en Uruguay este pudiera ser uno de los problemas.

Ahora bien: ¿tenemos que primero probarlo, para después tomar la precaución? ¿O primero tenemos que tomar las precauciones y después probar cuáles son los problemas? Parece bastante claro que la segunda opción es la correcta pero, en los hechos, lo que se sigue diciendo es que no hay problema… (Una vez, yo estaba hablando de esto por una radio y me llamó un director de OSE para insultarme, pero cuando le dijeron de abrir el micrófono para que debatiera, dijo que no.). En los hechos, la verdad es que buena parte de las poblaciones, inclusive la población de Montevideo, que toma agua de Paso Severino (es de los lugares que tienen explosiones de algas de este tipo) está siendo afectada.

Por supuesto, el río Uruguay, en todo su recorrido, Salto, Paysandú, Fray Bentos, Colonia y Juan Lacaze, cuando llega el verano, están tomando agua contaminada con microcystina. Las plantas potabilizadoras de OSE no tienen filtros de carbón activado, no filtran la microcystina. Ahora, para no crear alarma pública, lo que han dicho es: «No se preocupen, la OSE sabe lidiar con este problema, lo conocemos hace tiempo» ¿De qué manera lidian con el problema? Poniendo el chupón de la bomba un poco más abajo, para que no se les tape con las algas. Eso es lo que hacen. Seguro, porque poner filtros de carbón activado para el total de la población uruguaya es demasiado caro. Entonces, eso no filtra las toxinas.

Resulta muy fácil, para el que quiera seguir el expediente, saber quiénes son los cómplices. ¿Quiénes son los cómplices? Los que no informan, los que no toman medidas, OSE, el Ministerio de Vivienda, las intendencias departamentales. Ya tenemos el expediente completo, como para el Fiscal.

Cianobacterias en el Balneario Las Cañas.

Ahora se habla de las plantas de celulosa. Digamos que una sola de ellas, su aporte de fósforo equivale a lo que vertería una población de cien mil habitantes. Bueno, en el informe oficial se dice: «Vamos a dejar que esta planta se instale, ¡total ya está contaminado!». No es esa la cosa. Sí, está contaminado, entonces vamos a ver cómo lo descontaminamos, cómo le ponemos exigencias…

Otra urgencia ambiental: el discurso oficial

En privado, en grupos pequeños, se dice: «Lo que pasa es que hay compromisos firmados y ¿qué le vamos a hacer?» Bien, voy a hablar del otro problema que a mí me parece una urgencia ambiental, y es el discurso oficial. Yo puedo aceptar que haya compromisos firmados, cosas que no tienen marcha atrás. Lo que no puedo admitir es que no se diga la verdad a la gente. Yo creo que tenemos derecho a saber de qué se trata, como aquel famoso cabildo.

¿Cuál debiera ser el discurso? Lo que ocurre es que los funcionarios quedan, los cargos políticos pasan. Entonces, los funcionarios que informan, con los mismos vicios de siempre, son los que informan lo que tienen que decir los políticos. Y entonces informan más o menos lo mismo. No importa quién sea el gobierno que está en el momento. Les informan falsedades y les hacen decir falsedades.

Nos encontramos entonces con que no hay ningún problema, que no contaminan y que son buenos, cuando uno lo que esperaría es que dijeran: «Bueno, tenemos compromisos asumidos, les vamos a exigir que cumplan con esto y con aquello, este plan de contingencia, aquí se va a medir, la planta va a ser de circuito cerrado, porque el río Uruguay no tolera más este fósforo que usted pretende verter…»

Es sólo un ejemplo, porque está en el debate, pero podría hablar de cuarenta otros ejemplos. Yo creo que lo peor que nos puede pasar es que luego, cuando ocurran las cosas que van a ocurrir, que la gente le pierda totalmente la confianza a los sistemas de prevención y control del Estado. Entonces nos vamos a oponer a todo, cosa que ya ha ocurrido, que genera oposiciones cerriles a emprendimientos que son necesarios, pero lo que sucede es que no hay confianza.

En el caso de la planta de residuos hospitalarios, al final, cuando se demostró que todo el discurso era falso, la planta se cerró. En este caso fue relativamente fácil cerrar la planta porque era una planta bastante chica, no eran grandes capitales, etc. Pero en otros lugares tenemos problemas como del tipo Dirox, que no es una gran trasnacional, pero ya es una empresa internacional. Y después, cuando empiezan los problemas de contaminación y se trata de un emprendimiento de gran poder económico, la capacidad de negociación del Estado es muy débil.

A lo que aspiro, al menos, es a que nos sinceremos de aquí en adelante en relación con los problemas que tenemos y que los problemas tomen estado público lo suficiente como para que se empiecen a resolver.