Cambios en el Solís Chico generan tensiones

Desembocadura del arroyo Solís Chico en Parque del Plata.

Nuevas obras en Canelones para modificar la desembocadura del arroyo Solís Chico reavivan un debate sobre el valor ambiental de estas intervenciones y el sentido de la participación social.

Víctor L. Bacchetta, en Sudestada 5/11/2020.

“Se recupera un kilómetro y medio de playa en Parque del Plata abriendo una nueva salida para el arroyo Solís. Justo justo frente al lugar donde se filmó la película Un Viaje hacia el Mar!!”, anunció entusiasmado el intendente de Canelones, Yamandú Orsi, en su cuenta de Twitter el 30 de octubre último. Ese día se iniciaron las obras en la desembocadura del arroyo y se produjeron fuertes roces entre vecinos del balneario.

El arroyo Solís Chico es parte de la gran cuenca del Río de la Plata. Originado en la Cuchilla Grande, tiene un recorrido de más de 47 kilómetros hasta su desembocadura en el Río de la Plata. Hace más de 10 años que la salida al mar del arroyo se desvió radicalmente hacia el oeste, atravesando la playa a lo largo de unos dos kilómetros, entre la costa del Río de la Plata y la rambla de Parque del Plata.

La deriva del arroyo produce erosión en la margen derecha, conformando barrancas de arena, y una fuerte erosión eólica que retira arena de la playa e invade la trama urbana con grandes médanos activos. La Intendencia de Canelones ha intentado, sin éxito, devolver esa arena al sistema costero y también realizó aberturas en la base de la barra de arena de corta duración, hasta que se cierran de nuevo.

Ante lo que consideran un deterioro de la zona costera y un efecto socioeconómico negativo, vecinos y gestores turísticos recogieron el año pasado unas 5.400 firmas reclamando una solución del problema. Técnicos de la Intendencia de Canelones y la Dirección Nacional de Medio Ambiente (Dinama) realizaron estudios en conjunto y acordaron la modificación de la zona que se está poniendo en práctica.

El proyecto consiste en abrir un canal de 40 metros de ancho, dos metros de profundidad y unos 100 metros de largo en la base de la barra para que el arroyo adopte esa salida al Río de la Plata. Paralelamente, se extraerán 20 mil metros cúbicos de arena del marque, junto con los médanos situados sobre la rambla, se utilizarán para tapar la actual desembocadura del arroyo y retornar la playa a su estado original.

Se pretende estabilizar la nueva situación recomponiendo médanos, utilizando cercas captoras y formas de playa, así como el plantío de especies psamófilas. Se afirma por último que las acciones planteadas no afectarán la configuración o estructura natural de la costa, algo que está prohibido por el Código de Aguas (Decreto Ley N° 14.853)y, obviamente, no alterarán la rambla costanera ni las edificaciones existentes.

El comienzo de las obras contó con la presencia del intendente Orsi y de vecinos del lugar que manifestaban su satisfacción por sentirse atendidos en su reclamo. Otros vecinos, en cambio, expresaron su discrepancia con la solución elegida y se produjo un intercambio de calificativos nada amistoso entre las personas. Existen diferentes enfoques entre los vecinos, no sólo de intereses sino también técnicos.

El Solís Chico ha sido centro de controversias en los últimos tiempos a raíz de sendos proyectos de la Intendencia de Canelones para construir un sitio de disposición final de desechos (“megabasurero”). Estos proyectos han movilizado a vecinos de la cuenca que los rechazan, se encuentran detenidos por decisiones del gobierno nacional, pero siguen siendo considerados prioritarios por el gobierno departamental.

La intervención en la barra del arroyo

Al igual que en todos los casos donde está en juego el ambiente, más allá del reclamo y el apoyo o el rechazo de los vecinos a la decisión oficial, la acción debe ser ecológicamente adecuada. En el proyecto para modificar la desembocadura del Solís Chico, a pesar de que esta vez actuaron mancomunados técnicos del plano nacional y departamental, la solución propuesta no está exenta de controversias.

Según el informe de la Dinama, luego de investigar y reunir todos los antecedentes de diagnósticos y estudios sobre el caso, así como nuevos relevamientos de batimetría en la zona, el sitio de apertura fue elegido a partir de “imágenes antiguas por donde alguna vez existió la desembocadura” y de un trabajo al respecto realizado en 2012 por el Instituto de Mecánica de los Fluidos e Ingeniería Ambiental (IMFIA).

“Debemos estudiar cómo han variado esos factores al menos desde 1950 para entender las causas que han producido la modificación tan acentuada e inusual de su desembocadura, atendiendo a los antecedentes que lo muestran como un arroyo invariable por más de 300 años”, dijo a Sudestada Graciela Piñeiro, doctora en ciencias biológicas, docente e investigadora de la Facultad de Ciencias.

Piñeiro ha asesorado técnicamente a los vecinos que se han movilizado por otros proyectos de impacto socio-ambiental en el departamento y, en particular, los vinculados con el Solís Chico, como el de implantar un megabasurero a sus orillas y, tras haber abandonado esta propuesta por sus manifiestos inconvenientes, la opción de trasladarlo a Cerro Mosquitos, al lado de un afluente del mismo arroyo.

Excavadora trabajando en la barra del Solís Chico.

“Es asombroso que las autoridades crean que modificar el cauce y la desembocadura de un arroyo como el Solís Chico con el uso de una retroexcavadora para abrir un canal, sin respetar la morfología construida por el arroyo a lo largo de muchos años, y sacar arena del sitio de su interacción con el Río de la Plata es la forma correcta de garantizar el menor impacto al curso de agua”, afirmó la investigadora.

Para Piñeiro, la reacción del Solís Chico modificando la desembocadura hacia el oeste no es un capricho, sino que fue provocada por los cambios de origen antropogénico en su curso no planificados correctamente. Y señala que antes de la colonización urbana de la zona adyacente a su recorrido, entre los años 1700 y 1900, el arroyo realizaba una suave curva en “S” y el trayecto final tendía suavemente hacia el este.

La pérdida de vegetación en la margen oeste del Solís Chico, por la construcción de viviendas y caminería, que redujo el bañado que sustentaba el arroyo, su fauna y flora, la mayor descarga de sedimento hacia el este y el aumento de las mareas hacia la costa provocaron la salida del cauce. Si la intervención en curso no modifica estos factores, la manera cómo reaccionará el arroyo es impredecible.

Siendo así, la solución adoptada puede tener corta vida, pero hay otras consecuencias invisibles. Piñeiro advierte que muchos peces que desovan en el Solís Chico se van al arroyo Pando, pero allí las redes de trasmallo capturan las hembras con huevas. Esto afectará la continuidad de la especie por dos o tres temporadas y perjudicará también a los pescadores que hoy abusan de este aumento de la captura.

El sentido de la participación social

En todas las cuestiones con repercusiones sobre la población, el involucramiento de los habitantes es fundamental, pero la participación social no es un acto natural que no requiera un marco y una preparación adecuada. Para los temas vinculados al medio ambiente y al agua en particular, Uruguay posee unos principios y la institucionalidad incorporada por la reforma del artículo 47 de la Constitución en 2004.

Precisamente, al cumplirse 16 años del plebiscito nacional que consagró esa reforma, representantes de la Comisión Nacional en Defensa del Agua y la Vida (CNDAV), de la Comisión en Defensa de la Laguna del Cisne y el Arroyo Solís Chico y de la Asamblea por el Agua del Río Santa Lucía, se reunieron para hacer un balance bajo el título de “La participación social en la gestión pública del agua en Uruguay”.

A partir de la reforma, desde 2012 en adelante, se crearon tres Consejos Regionales de Recursos Hídricos, del Río Uruguay, la Laguna Merín y el Río de la Plata y su Frente Marítimo, a lo que le siguieron 11 Comisiones de Cuenca y Acuífero. Pero la reducción de las atribuciones y el régimen de funcionamiento de las comisiones de cuenca limitaron sus resultados ante la magnitud de los problemas planteados.

Reunión de la Comisión de Cuenca del Río Santa Lucía.

“Las comisiones de cuenca, que es el contacto más directo con la ciudadanía, además de no ser vinculantes con las decisiones del gobierno, tienen muchos problemas”, señaló en el encuentro Carmen Sosa, en nombre de la CNDAV, quien enumeró así las carencias más relevantes, no las únicas, que han tenido las comisiones:

+ No existe un criterio unificado para la publicación de las actas de las reuniones y en qué plazo deben estar disponibles al público.
+ Faltan recursos humanos y económicos para atender los espacios de participación, no hay un seguimiento del trabajo de las comisiones ni estabilidad en la participación de los grupos sociales.
+ La mayoría de las sesiones se centra en exposiciones de actores gubernamentales y el escaso tiempo para el debate va unido a la baja frecuencia de las reuniones.
+ Las organizaciones sociales hacen propuestas frente a problemas concretos y no son tenidas en cuenta, muchas veces ni siquiera se les contesta.
+Las reuniones son en días hábiles y en horarios de trabajo, coartando la posibilidad de participación a muchísimos interesados.

Dos disposiciones de la Ley N° 18.610 que reglamentó el artículo 47 definen la educación ambiental, la capacitación y la formación para la participación como instrumentos de la planificación, la gestión y el control de los recursos hídricos. “Si la participación no se da en un marco de información y de aprendizaje de la ciudadanía, esa participación puede resultar inútil y, a veces, hasta contraproducente”, concluyó Sosa.

Si donde fueron constituidas tienen dificultades, cuando las comisiones de cuenca no existen las carencias se agudizan y los conflictos se agravan. Hablando en la reunión en nombre de la Comisión en Defensa de la Laguna del Cisne y el arroyo Solís Chico, Nancy Espasandín señaló que hace tres años que vienen reclamando la comisión de cuenca, pero subsisten resistencias gubernamentales para su creación.