El muro en San Gregorio comenzó a moverse

Cresta del muro recién construido estaba pegada a la rambla.

A tres años de inaugurado para contener la erosión de la costa de San Gregorio de Polanco por las variaciones del Lago de Rincón del Bonete, el muro de gaviones ha comenzado a desgranarse y desplazarse.

Víctor L. Bacchetta, en Sudestada 14/2/2021.

En diciembre de 2017 fue inaugurado en San Gregorio de Polanco el primer tramo del Parque Lineal Costero, la rambla y muro de 1.100 metros en la playa para contener la erosión generada por las variaciones del Lago de Rincón del Bonete. La Intendencia de Tacuarembó y la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP) financiaron la obra a un costo de 82 millones de pesos (unos 2,8 millones de dólares a la fecha).

Inauguración de la rambla en 2017.

El director del proyecto por la Intendencia, el ingeniero Carlos González, declaró en ese momento que el objetivo era «preservar la parte de mayor valor edilicio y con mayor capacidad de desarrollo». Según el alcalde de entonces, Sergio Teixeira, esa era “La obra más grande que ha realizado San Gregorio de Polanco en los últimos años, que seguramente le dará un antes y después en materia turística”.

Siendo uno de los diez mejores lugares para veraneo del país, la costa de San Gregorio ha sufrido un proceso de erosión constante por las variaciones del nivel del lago, que no son naturales sino que dependen de la gestión de la represa Gabriel Terra por la UTE. Esto ha significado un conflicto permanente para los pobladores permanentes del balneario, cuyos ingresos dependen en gran parte del turismo local.

Erosión en la costa de San Gregorio.

El problema existe desde la construcción del embalse y ha dado lugar a litigios en la justicia entre los ribereños y la UTE. El proceso de erosión ha hecho retroceder la costa de San Gregorio del orden de 20 metros en 50 años. Desde hace una década, se fueron produciendo unos ‘barrancones’, que amenazan las edificaciones y los principales sitios de concurrencia de turistas en la temporada de verano.

Las medidas de mitigación no daban resultado y se optó entonces por la construcción de un muro de contención en base a gaviones, bloques de malla metálica rellenados con piedras atados unos a otros. El concepto del proyecto es «defender» (un término usado reiteradamente en los documentos del proyecto) la urbanización con obras de infraestructura que se supone resistirán las inclemencias del ambiente.

Desagües a través del muro.

Al poco tiempo de concluido el muro se comenzaron a registrar hechos que afectaban notoriamente la calidad del lugar. Los desagües de las aguas de la ciudad, incluyendo los efluentes de la planta potabilizadora de OSE, atraviesan el muro y se descargan directamente en la playa. En ocurrencia de grandes lluvias, el volumen y la fuerza de las aguas de esos caños formaron en la arena gigantescas canaletas.

También comenzó a desgranarse el muro, aparentemente por no haber elegido las piedras adecuadas en el relleno de los gaviones. Han tenido que paliar esta situación usando regularmente palas mecánicas para retirar las piedras y alisar la playa. Más recientemente, se está produciendo en la parte superior del muro un apartamiento de unos 30 centímetros de la vertical formada por la baranda de la rambla.

Desplazamiento del muro en 2021.

El ingeniero Sergio Núñez, actual Director de Obras de la Intendencia, consultado por Sudestada, consideró que «la estabilidad de los muros no está afectada ya que en los gaviones inferiores a dicha línea no se observa deterioro de la piedra ni cambios en la posición. Solamente la línea superior ha sido afectada ya que es la más expuesta a la meteorización por los cambio de temperatura, la exposición a la lluvia y al sol».

Tres semanas atrás, se reunieron en el lugar los técnicos involucrados en la obra, el ingeniero González inclusive, actual Coordinador de Inversiones de la OPP. Según el ingeniero Núñez, estaba previsto un mantenimiento del muro cada cuatro años y se decidió hacer un llamado para realizar una apertura de los gaviones alterados de la línea superior, sustituir la piedra y reestablecer la verticalidad de los mismos.

Otras opiniones requeridas por Sudestada sostienen que en 10 años quedará una montaña de escombros. Se cuestiona que, cuando suba el nivel del lago, ese muro pueda resistir los vientos y las olas habituales del lugar. Para San Gregorio hay una incertidumbre adicional, la gestión del nivel del lago ya no depende solo de la UTE, sino de las necesidades aguas abajo de la planta de celulosa de UPM.