Quienes revelaron los «Papeles de Monsanto» cuentan cómo Monsanto hace trampas.
Fanny Dollberg y Hervé Kempf, Reporterre
Carey Gillam y Kathryn Forgie están detrás del origen de los «Monsanto Papers» (https://usrtk.org/monsanto-papers/), documentos que la empresa productora del Roundup y los principales GMOs hubo de publicar el pasado mes de marzo: textos que revelan las maniobras de la empresa con sede en Saint-Louis, Estados Unidos, para ocultar los efectos del glifosato sobre la salud e influir en los organismos gubernamentales encargados de la salud. Es gracias a los procedimientos judiciales iniciados y a las investigaciones que se llevaron a cabo que estos «papeles» han sido publicados.
Carey Gillam inicialmente periodista, ha trabajado en la agencia de noticias Reuters durante más de 20 años. Trabaja desde hace dos años para la ONG estadounidense Derecho a Saber USRTK, en particular en el caso de Monsanto. Kathryn Forgie es abogada de Andrus Wastaff y representa la demanda colectiva de una parte de los demandantes contra Monsanto.
Les conocimos durante su visita a París.
Reporterre – ¿Pueden explicar cómo los procedimientos legales permitieron evidenciar esta información interna de Monsanto?
Kathryn Forgie – Represento a un grupo de varios miles de personas que han usado Roundup y han desarrollado particularmente, una forma de cáncer, el linfoma no Hodgkin. Las primeras quejas identificadas se remontan al verano de 2015. Se trata de agricultores, pero también de jardineros aficionados. Los abogados – cerca de 20 que trabajan en el caso – optaron por iniciar el juicio con un enfoque específico, centrándose sólo en el linfoma no Hodgkin causado por el glifosato (http://www.cancer.ca/fr-ca/cancer-information/cancer-type/non-hodgkin-lymphoma/non-hodgkin-lymphoma/?region=on) .
Una vez iniciado el juicio, los abogados tuvieron la oportunidad legal de interrogar a funcionarios de Monsanto y pedirles que proporcionaran ciertos documentos. La firma entregó millones de documentos, para ahogarnos. Además, algunos documentos están sujetos a la confidencialidad ordenada por el juez. Pero en lugar de identificar sólo documentos verdaderamente confidenciales (como los secretos de propiedad intelectual), Monsanto ha clasificado casi todos los proporcionados como confidenciales. El abogado tuvo que volver al juez para solicitar que desclasificara documentos no confidenciales con el fin de que pudieran hacerse públicos. El juez lo aceptó en marzo de 2017, y así nacieron los «Papeles de Monsanto».
Carey Gillam – Por mi parte, he obtenido miles de documentos desclasificados, gracias a la Ley de Libertad de Información (Freedom of information Act).
Reporterre – ¿Cómo encontrar el camino a través de estos millones de páginas?
Carey Gillam – Muchos de estos documentos (correos electrónicos, memorandos, actas de reuniones, informes internos,…) se refieren a conversaciones internas dentro de Monsanto, pero también con la EPA (Environmental Protection Agency, equivalente al Ministerio de Ecología).
Kathryn Forgie – Para identificar la información relevante entre la masa de papeles, realizamos un trabajo largo y meticuloso: docenas de asistentes estudiaron los documentos para hacer una primera selección. Luego la analicé, en particular mediante una búsqueda enfocada con palabras clave: por ejemplo, buscaba el papel de una persona en un tema en particular, utilizando las palabras de esa persona y ese tema.
Reporterre – ¿Cuál es la información más importante que han descubierto?
Kathryn Forgie – Documentos que prueban que Monsanto había practicado ampliamente el uso de «escritores fantasma» (ghostwritting), es decir, que la empresa contaba con científicos con reputación de firmar estudios que de hecho había llevado a cabo y escrito ella misma. A los llamados científicos se les pagó para que aceptaran encubrir este engaño.
En 1984, cuando se publicaron los primeros estudios independientes que revelaron tumores renales relacionados con el glifosato, se esperaba que una empresa considerada seria y responsable, reconociera su error e investigara para identificar y resolver el problema. Pero Monsanto prefirió negar cualquier responsabilidad, y trató de desacreditar los estudios atacando a sus autores acusándolos de parcialidad. Esto es también lo que pudimos documentar.
Una tercera estrategia de Monsanto fue la de influir en los entes reguladores, en particular en la EPA. Y esto se refleja en la tercera categoría de documentos importantes que encontramos, particularmente sobre la relación entre los funcionarios de Monsanto y un funcionario clave de la EPA, Jess Rowland. Monsanto lo convenció de que evitara que otra agencia reguladora de sustancias químicas (ATSDR) se involucrara en su negocio, incluyendo el glifosato. Jess Rowland y la EPA le dijeron, en pocas palabras: «No pierdas tu tiempo y dinero investigando a Monsanto. Ya lo hemos hecho y están limpios».
Carey Gillam – Obama había puesto en marcha políticas de «integridad científica» para proteger a los investigadores y líderes científicos de la influencia de las grandes corporaciones. Pero realmente no tuvo ningún efecto.
Kathryn Forgie – Nadie sabía realmente lo que estaba pasando con la EPA, ni siquiera con la administración Obama, hasta que no se dispuso de los documentos una vez que comenzó el juicio. Jess Rowland estuvo a cargo de la evaluación de los cánceres de glifosato en la EPA, para la cual trabajó durante más de 26 años. También fue él quien recomendó deshacerse de los factores de seguridad adicionales para el glifosato permitidos en los alimentos.
Reporterre – ¿Existe alguna evidencia de que Monsanto sabía que el glifosato es dañino para la salud?
Carey Gillam – Sí, en 1985, el glifosato fue clasificado como categoría C tras un estudio sobre tumores renales. La categoría C se refiere a los productos que pueden ser cancerígenos para los seres humanos. Hay documentos no desclasificados (siempre confidenciales) que los abogados no pueden discutir en detalle, pero que indican claramente que Monsanto quería cambiar la categoría del producto de modo que ya no figurase en la lista de posibles carcinógenos. Lograron convencer a la EPA de que trasladara el producto a la categoría E, que significa «desconocido».
Kathryn Forgie – Hay evidencia de que la firma ha estado trabajando durante décadas para eliminar cualquier investigación comprometedora sobre el glifosato y sus impactos negativos (investigación toxicológica, investigación de absorción de la piel, etc.). Tan pronto como se publica un nuevo estudio crítico, la empresa se asegura de que los autores o periódicos que publican el estudio se retracten y retiren el estudio. Si se enteran de que un estudio va a ser llevado a cabo por una agencia que no controlan, se ponen en contacto con otra agencia que controlan para convencerla de que abandone el estudio. Es como si estuvieran tirando de los hilos de las marionetas.
Carey Gillam – Sin embargo, debe notarse que no hay estudios que concluyan que el glifosato pueda ser fatal, a diferencia de los estudios sobre el tabaco. Sin embargo, se realizó un estudio sobre los análisis de sangre realizados en personas expuestas al glifosato. El ADN contaminado de estas personas fue comparado con su ADN antes de la contaminación. El ADN ya no es el mismo, el glifosato penetra en el ADN. Esto se denomina genotoxicidad, que se refiere a un producto que afecta al genoma. Monsanto quería contradecir este estudio contratando a un científico. Pero como el veredicto del científico fue en contra del glifosato, hicieron que el estudio desapareciera de nuevo. Sin embargo, Monsanto no es la única empresa que falsifica documentos sobre sustancias químicas que son peligrosas para el medio ambiente o para los seres humanos, aunque probablemente haya llegado más lejos. Estos abusos son comunes en la industria química, como en las industrias del tabaco o farmacéutica. Calculan cuánto dinero pueden ganar y cuánto dinero corren el riesgo de perder en daños si son expuestos.
Fotos: © Fanny Dollberg/Reporterre
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