Para poder operar la nueva planta, la empresa exige que Rincón del Bonete esté a sus órdenes, aunque ahora reconoce que en condiciones extremas debe parar completamente
Víctor L. Bacchetta (en Sudestada, 7/3/2019)
El primer Estudio de Impacto Ambiental (EsIA) sobre la nueva planta de celulosa de UPM, presentado el 9 de julio de 2018 a la Dirección Nacional de Medio Ambiente (Dinama), fue devuelto el 26 del mismo mes. Fue rechazado porque no se ajustaba mínimamente al contenido requerido por el organismo oficial para evaluar el proyecto, faltándole informaciones y análisis adecuados en temas clave.
UPM entregó el segundo EsIA el 5 de setiembre siguiente y a partir de allí la Dinama inició la evaluación. Desde entonces hasta ahora, el Área de Evaluación de Impacto de la División Emprendimientos de Alta Complejidad realizó 14 Solicitudes de Información Complementaria (SIC) sobre varios aspectos del proyecto que la consultora Estudio Ingeniería Ambiental está respondiendo en nombre de la empresa.
El consumo de agua de la planta y su impacto sobre la situación del Río Negro es uno de los aspectos más relevantes del análisis a cargo de la Dinama. UPM planteó en su proyecto que la operación de la planta requerirá 136,5 millones de litros de agua y le devolverá al río 107 millones de litros de efluentes todos los días. Como si pudiera engañar fácilmente a los técnicos, UPM dice que devolverá agua.
«Se hace la aclaración – expresa en el informe del proyecto – de que el agua que se utiliza no implica un consumo significativo para el cuerpo receptor, ya que cerca de un 80 % de la misma retorna desde la PTE (Plata de Tratamiento de Efluentes), por lo que el consumo real se puede estimar en 9.700.000 m3/año (metros cúbicos por año), o 27.300 m3/d (metros cúbicos por día)». Pero el efluente que retorna tiene una carga química y orgánica considerable.
Para dar una idea más comprensible del significado de esas cifras, según estándares manejados oficialmente, 136,5 millones de litros son equivalentes al consumo de agua diario de una población de un millón de habitantes. A pesar de su tratamiento previo, los 107 millones de litros de efluentes tendrán una carga de fósforo de 2 miligramos por litro y son comparables a las aguas cloacales sin tratar de una población de 235 mil personas*.
Un gran problema de la instalación de la planta en ese lugar es, justamente, la dilución de ese efluente porque el río ya está contaminado. La norma vigente establece que la concentración máxima admisible de fósforo en aguas superficiales debe ser de 25 µ/l (microgramos por litro). Según las mediciones de la Dinama, el Río Negro tiene en promedio una carga de 130 µ/l, cinco veces por encima de la norma.
Esta situación explica la necesidad de garantizarle a esta planta de celulosa un caudal mínimo de agua para diluir ese efluente de tal manera de no agravar la contaminación existente. Esta exigencia de un caudal mínimo, algo no ocurrido con las otras plantas sobre el Río Uruguay y el Río de la Plata, es la evidencia de que el Río Negro no soporta la nueva planta de UPM a menos que use el agua de los embalses.
Por el segundo EsIA presentado a la Dinama en setiembre se pudo conocer que esta planta de UPM necesita disponer de un caudal mínimo de 65 m3/s (metros cúbicos por segundo) para diluir ese efluente en unas 50 veces. Entonces, ese caudal es una condición ineludible para la operación de la planta: 5.600 millones de litros de agua, equivalentes al consumo diario de más de 44 millones de personas.
El 28 de diciembre, Evaluación de Impacto solicitó informaciones adicionales sobre el agua que revelaron importantes carencias del EsIA (SIC 09 – Calidad de agua, ver facsímil). Para la Dinama la aplicación del modelo numérico no era satisfactoria, faltaba la línea de base de calidad de aguas y solo daban los resultados de un único vertido y un único caudal mínimo, por lo que requirió probar estos factores con distintos valores.
“Se requiere realizar algunas valoraciones adicionales tendientes a identificar la mejor zona frente al predio de la planta donde proceder a la descarga”, expresó el Área de Impacto Ambiental. Y agregó: «en tal caso estimar, además de las concentraciones esperadas para sustancias conservativas al borde de la zona de mezcla, la respuesta térmica del curso de agua ante la descarga prevista».
La Dinama señaló por último que UPM había «omitido analizar las medidas a tomar por la planta ante eventos de sequías extremas» y solicitó «presentar el correspondiente análisis de tal contingencia, incluido el plan de acción que corresponda implementar en tal caso». Es sabido que las sequías agudas son recurrentes en la zona.
UPM reafirma condiciones y suma exigencias
UPM respondió en febrero último a los requerimientos de la Dinama reafirmando, en lo sustancial, la propuesta inicial en cuanto al consumo de agua que tendría la planta, las características del efluente a ser vertido en el Río Negro y el caudal mínimo requerido para diluirlo. No obstante, agregó detalles y exigencias que permiten una valoración más acabada de las diferentes implicaciones de este proyecto.
“Se puede afirmar que un caudal mínimo de 65 m3/s es sustentable en el tiempo, y los eventos extremos que impidan su mantenimiento serían muy escasos”, sostiene UPM en base a los registros entre 1947 y 2017, según los cuales el caudal erogado mínimo medio mensual fue de 86 m3/s en la represa de Rincón del Bonete. Sin embargo, el promedio no indica cuánto tiempo el caudal es inferior a 65 m3/s.
“Si se hace una evaluación desde 1994 hasta 2017, caudales por debajo de 65 m3/s ocurren más o menos el 20% del tiempo de la variabilidad hidrológica del Río Negro. Estos períodos incluso pueden ser consecutivos en el tiempo y durar una semana o más”, comentó el biólogo Luis Aubriot. La única manera de garantizar el caudal mínimo en esos momentos es extrayendo esa agua del embalse.
Entre los estudios solicitados por la Dinama a UPM se incluyó la posibilidad de que el suministro del caudal fuera intermitente, vertido durante 18, 12, 8 o 6 horas y el resto sin vertido, pero la respuesta fue negativa. Que ese caudal sea continuo obliga a UTE a suministrarlo sin generar electricidad o que la que genere no sea necesaria, con las pérdidas económicas y de la reserva energética que eso implica.
En diciembre pasado, jerarcas de UTE negaron que la elevación de la cota del lago de Rincón del Bonete tuviera relación con la planta de celulosa y dijeron que negociaban la entrega intermitente del agua. UPM no admite esta opción y de la decisión sobre el proyecto dependerá si resurge o no el plan de la cota 81, más allá de declaraciones circunstanciales de la exministra Carolina Cosse y el presidente Tabaré Vázquez.
El aspecto más novedoso de la respuesta de UPM a la Dinama fue la admisión de que en las sequías agudas la planta debe parar, pero las exigencias al Estado uruguayo no se detienen allí. «Frente a la previsión de un evento de estiaje extremo … se deberá contar con la información con suficiente antelación para poder iniciar un proceso de detención de actividades en forma armónica», expresó la empresa.
Y planteó a continuación: “Se requerirá, primeramente, conformar un grupo de trabajo coordinado (entre la Dinama, UTE, ADME, UPM) que permita una alerta temprana acerca del posible quiebre en el suministro de caudal mínimo desde la represa Gabriel Terra. Este grupo deberá haber acordado, antes de la puesta en operación de la fábrica un procedimiento que establezca las acciones a implementar”(sic).
El procedimiento a seguir “sólo podrá ser elaborado cuando se conozca, de parte del Estado uruguayo, la estrategia operacional para el manejo del embalse de Rincón del Bonete a implementarse para asegurar el mencionado caudal mínimo”, reafirmó la empresa. Más claro imposible: la gestión de la represa estará al servicio de las necesidades de UPM y ese es el tono de los informes de la empresa.
En otros aspectos relevantes de las informaciones solicitadas, UPM reafirma que la mejor situación es la propuesta inicialmente. Tras asegurar que las variaciones en los vertidos no tienen consecuencias perceptibles, la conclusión es que «si bien no se puede considerar que existe una mejora significativa de la calidad del agua, sí se puede afirmar que no se produce un deterioro de la misma». Todo dicho.
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